19 octubre 2012

La moderna esclavitud


Jaime Richart  - ARGENPRESS


Una vez concluida esta orgía de derroche y saqueo de las arcas públicas durante casi una década, propiciada primero por las ayudas recibidas en préstamo de los bancos europeos, se hace inevitable la siguiente valoración: ¡cuánto mejor haberse mantenido libre este país de los bancos europeos culpables de sus actuales miserias después de haberlas labrado banqueros, empresarios y responsables políticos a través del despilfarro y latrocinio gigantescos! ¡cuánto mejor no estar en el euro, como no están en él otros países, Gran Bretaña, por ejemplo!.

El balance final, tras esos años, es que la industria, la agricultura y la ganadería han quedados virtualmente desmanteladas. Y lo que no ha sido robado o derrochado, ha ido a parar sólo a la construcción de numerosas obras innecesarias y superfluas. Los mejores mandatarios, los que no han participado directamente de la orgía, los muy necios, debieron pensar que nunca tendría que devolverse ese dinero. Su comportamiento lo demuestra así…

El caso es que ahora este país se encuentra empobrecido y esclavo de entidades y gobiernos extranjeros. Un desgraciado final que por lo que se oye y se lee, va a durar mucho tiempo. Lo peor de todo es que esa orgía disfrutada por megalómanos y ladrones públicos, la están pagando millones de ciudadanos de la actual generación con sus despidos, sus desahucios y sus enfermedades mentales hasta el suicidio. Luego seguirán sus descendientes. ¡Cuántas veces se ha denunciado que las ayudas a otros países se las quedaban los gobernantes! ¿No es eso lo que ha sucedido más o menos aquí?

Y todo, consecuencia de dos factores: uno es éste descrito, que es parte de las señas de identidad del pícaro y vivalavida, y otro que es consustancial al sistema todo. Me refiero a eso que resulta de una situación que se ve irremediable. Veamos: por salarios de hambre real y hambre técnica (el apetito frustrado de los lujos que exhiben los mercados al alcance de pocos) este sistema, contestado de manera cada vez más estentórea por inmensas mayorías, está generando millones de pobres y de esclavos modernos.




A todo ese desideratum en este país, y con independencia de la ideología asociada a la economía que sostiene que hay que abandonar a su suerte a las fuerzas productivas para crecer y poder seguir llamando a esto democracia de mercado, lo que está sucediendo en el mundo es que paulatina pero velozmente menos seres humanos se libran de ser reemplazados por las nuevas tecnologías. Y el sistema y quienes lo manejan no encuentran la manera de resolver la paradoja que hay en la invención de máquinas pensadas para reducir el esfuerzo y el tiempo en el trabajo, y el efecto dramático de marginación en amplísimos sectores de la población que provoca precisamente esos inventos. Otros países resuelven provisoriamente el problema con su inteligencia y astucia, pero éste y otros mediterráneos han caído en una trampa más o menos prevista o calculada por prestamistas, que han ido examinando el proceso como ratas de laboratorio ….

Es decir, después de haber entonado durante décadas cantos de alabanza a un futuro maravilloso y sin penalidades en el trabajo gracias a las nuevas tecnologías, resulta que todo va de mal en peor. La máquina ha adquirido mucho más valor que las manos que la han fabricado. En unos países más y en otros menos, pero es una variable constante que los inventos son el monstruo cuyo hacedor no sabe o no puede controlar. Y como no sabe resolver la paradoja y muchos empiezan a morir de hambre, llegan las soluciones a las que siempre recurre el poder: la brutalidad confiada a los centuriones...

La cuestión es que la pobreza, la neurastenia, la exasperación y la infelicidad se van extendiendo como la pólvora por el mundo. Sin ir más lejos en Estados Unidos hay 50 millones de personas que carecen en absoluto de toda asistencia. Pero ¿acaso tiene sentido basar la economía en la pretensión de un crecimiento permanente, siendo así que los recursos naturales se agotan por momentos? ¿A quién se le oye clamar que lo que hay que hacer es decrecer y repartir mejor? Un comportamiento y actitud, la de insistir en el crecimiento ad infinitum, de modo que el país que no “crece” es un país atrasado y apestado, que evidencian hasta qué punto esta generación de gobernantes no piensa en absoluto en legar algo que valga la pena a sus descendientes. Viven al día y eso es lo que han promovido en la sociedad. Al menos las sociedades menos avezadas. Aunque hasta ahora el capitalismo siempre ha salido de todos los atolladeros aunque sea dejando por el camino infinitos cadáveres, lo cierto es que las diferencias sociales por culpa de este sistema están llegando a tal extremo que no pueden durar mucho tiempo más sin que estalle la marmita. No puede sostenerse a base de vender a toda costa libertad, para luego cercenarla vilmente fabricando pobreza e infelicidad.

La única salida verdaderamente inteligente está en el socialismo. Pero no en los falsos socialismos; como el que llaman socialdemocracia, sino en el verdadero y más eficaz. Ese basado en restringir las libertades formales y en calcular aritméticamente producción y consumo para distribuir equitativamente la riqueza, ya que está comprobado que no se puede alcanzar de otra manera. La única alternativa a este sistema social, político y económico deplorable y devastador está en el marxismo revisado; un marxismo reforzado por el magisterio de Confucio, de Buda, de Mahoma, de Cristo… dejando a un lado a todo exégeta y a los intermediarios empeñados en prostituir sus enseñanzas haciendo de ellas religión...

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