WOLFGANG SCHÄUBLE - La Vanguardia
El despilfarro en que se ha incurrido ha dado lugar a niveles de deuda que serán insostenibles si no tomamos medidas al respecto | Se deben congelar los fondos de la UE y suspender el derecho de voto de los países que no reduzcan sus déficits excesivos o manipulen datos | La unión monetaria no tendrá éxito si algunos países tienen déficits y debilitan su competitividad a expensas de la estabilidad del euro.
Muchos países europeos y del G-20 han estado viviendo por encima de sus posibilidades
El costo neto de la ayuda por la crisis que ofreció el G-20 en el 2009 al sector financiero ascendió al 1,7% del PIB (905.000 millones de dólares), según calcula el Fondo Monetario Internacional,mientras que el estímulo fiscal discrecional alcanzó el 2% delPIB en el 2009 yel2010. Todos los países de la eurozona, salvo Luxemburgo y Finlandia, tuvieron déficits fiscales superiores al 3% del PIB en el 2009, mientras que los de Grecia, España eIrlanda rebasaron el 10%. Tan sólo en un año, la deuda general de los gobiernos de la eurozona aumentó en casi 10 puntos porcentuales (78,7% del PIB en el 2009 en comparación con un 69,3% en el 2008).
En lo concerniente a Alemania, el presupuesto federal del 2010 muestra un elevado déficit sin precedentes que rebasa los 50.000 millones de euros. La deuda del sector privado superará los 1.7 billones de euros, cerca del 80% del PIB. Los pagos de intereses, que consumen más del 10% de presupuesto federal de Alemania, crecerán a la par que la carga de la deuda –e incluso más rápido si suben las tipos de interés–.
Sin embargo, la crisis financiera y la recesión subsiguiente son las que por el momento explican estos altos niveles de endeudamiento. La verdad es que muchos países europeos y del G-20 han estado viviendo por encima de sus posibilidades –incluida Alemania, a pesar de su reputación como parangón de rectitud fiscal–.
Incluso en épocas prósperas, los gobiernos han estado gastando durante largo tiempo mucho más de lo que han recibido. Y lo que puede ser peor, algunos gastan más de lo que de modo factible podrían reembolsar teniendo en cuenta el potencial de disminución de crecimiento a largo plazo de sus economías debido al envejecimiento de sus poblaciones. Ese despilfarro ha dado lugar a niveles de deuda que serán insostenibles si no tomamos medidas al respecto.
Por esta razón, Alemania decidió en el 2009 consagrar estrictas normas fiscales en su Constitución. El Schuldenbremse o freno de la deuda exige al Gobierno federal que el déficit estructural no rebase el 0,35% del PIB para el 2016, mientras que en los länder de Alemania se prohibirá todo tipo de déficit estructural para el 2020. Sin duda, el actual Gobierno federal cumplirá estas reglas, lo que implica reducir el déficit estructural a aproximadamente 10.000 millones de euros para el 2016 –una disminución de alrededor de 7.000 millones de euros anuales–.
Este año, el capítulo de la protección social en Alemania representa más de la mitad de su gasto federal. Por lo que la única opción posible es recortar el gasto social, al menos moderadamente. Sin embargo, este tipo de consolidación fiscal solamente se puede lograr si la mayoría la percibe como socialmente equitativa. Los receptores de la ayuda pública y privada por igual, así como los funcionarios públicos, han de compartir el sacrificio. Por tanto, las empresas alemanas habrán de contribuir a la consolidación fiscal mediante reducciones en subsidios e impuestos adicionales a las principales empresas de energía, aéreas y las instituciones financieras. De igual manera, los funcionarios públicos deben renunciar a los aumentos salariales prometidos, en tanto que el Gobierno está tratando de ahorrar al año hasta tres mil millones de euros en el gasto de las fuerzas armadas federales mediante reformas estructurales.
Las reglas fiscales estipuladas en Alemania sirven como ejemplo para otros países de la eurozona. Sin embargo, todos los gobiernos de la eurozona han de demostrar su propio compromiso con la consolidación fiscal a fin y efecto de restablecer la confianza de los mercados –y la de sus ciudadanos–. Estudios recientes muestran que cuando la carga de deuda de un gobierno ha alcanzado un umbral que se percibe como insostenible, una mayor deuda sólo impedirá el crecimiento económico en lugar de estimularlo.
La crisis de deuda de Grecia fue una clara advertencia de que los responsables de la elaboración de políticas europeas no deben permitir que la deuda pública se acumule indefinidamente. La UE hizo bien en tomar resueltas medidas para asegurar la estabilidad del euro mediante la ayuda a corto plazo a Grecia y el establecimiento del mecanismo europeo de estabilización financiera (EFSF por sus siglas en inglés). Sin embargo, aunque el EFSF es una medida necesaria para restablecer la confianza, la crisis griega ha revelado los defectos estructurales del marco de política fiscal de la unión monetaria europea (UME), que no puede ni debe corregirse con el dinero de otros países.
En efecto, considero que el EFSF es una medida provisional mientras corregimos los defectos del pacto de estabilidad y crecimiento, cuyas reglas fiscales carecen de fuerza. Por ello, necesitamos un marco de prevención y resolución de crisis más eficaz para la eurozona, que fortalezca las previsiones preventivas y correctivas del pacto. Las sanciones para los países de la eurozona que infringen seriamente las reglas de la UME deben tener efecto mucho más rápidamente y con menos discrecionalidad política y deben ser más severas.
Alemania y Francia han propuesto medidas de crédito y gasto más severas, respaldadas por duras sanciones semiautomáticas a los gobiernos que no las cumplan. Se deben congelar los fondos de la UE y suspender los derechos de voto de los países que repetidamente hacen caso omiso de las recomendaciones de reducir sus excesivos déficits y de los que manipulen las estadísticas oficiales.
La unión monetaria no se diseñó para ser una panacea para los miembros de la eurozona ni para servir de modelo millonario de los especuladores financieros. Tampoco es su finalidad ser un sistema de redistribución de los países ricos a los más pobres mediante créditos más baratos para los gobiernos en la forma de eurobonos comunes o transferencias fiscales sin restricciones. La unión monetaria no tendrá éxito si algunos países tienen repetidamente déficits y debilitan su competitividad a expensas de la estabilidad del euro.
La UME se diseñó para incentivar las reformas estructurales. Se suponía que los miembros despilfarradores se verían obligados por el pacto de estabilidad y crecimiento, así como por sus socios, a vivir según sus posibilidades y fortalecer así su competitividad. En cambio, el anterior gobierno socialdemócrata de Alemania debilitó el pacto cuando le convino políticamente, mientras que los países de la eurozona menos competitivos dejaron que aumentaran los salarios y que el sector público creciera, y después miraron a otro lado mientras el crédito fácil alimentaba la deuda y las burbujas de activos.
No podemos impulsar el crecimiento sostenido o evitar la crisis de deuda soberana en Europa (o en cualquier otro lugar) mediante la acumulación de más deuda. Los países europeos necesitan reducirsus déficits de forma compatible con el crecimiento, pero han de reducirlos. Puede hacerse: Alemania está reduciendo su carga de deuda a niveles sostenibles mientras fortalece sus perspectivas de crecimiento a largo plazo. Su experiencia en la reducción del déficit favoreciendo el crecimiento, junto con sus sugerencias para fortalecer el marco fiscal de Europa, podrían servir de modelo para la gobernanza económica europea.
__________
© Project Syndicate 2010. www.project-syndicate.org
Traducción: Kena Nequiz
No hay comentarios:
Publicar un comentario