Después de que le dijeron que no se la creyera, escucho el canto de las sirenas y se la
creyó.
Después de que vio el tamaño de los tiburones y las mordidas que le
podían dar, ya no le gusto y dejo de creer.
Ni modo estas cosas solo pasan en México, solo le queda creer en la selección de
fútbol y ojala que no lo defraude.
Aaanimó
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